
Si algo hay malo para una industria es que su crecimiento se reduzca y por primera vez en muchas décadas, una de las industrias que siempre ha estado a nuestro alrededor está fallando. Se trata de la industrial del PC. Sí, esa torre a tu lado o tu portátil, las empresas que han fabricado, ensamblado y distribuido estas piezas de informática hasta tus manos están empezando a ver como el negocio se hace cada día más difícil.
Cifras oficiales de IDC muestran un decrecimiento en ventas del 13,9% en el último trimestre. Es decir, si comparamos todos los ordenadores/computadoras/PC vendidas durante los tres primeros meses de 2012 a los tres primeros meses de 2013, se han vendido casi un 14% menos en comparación. Esos son muchísimos millones de ordenadores en tres meses. Según otra firma, Gartner, se han llegado a unas ventas de 80 millones de ordenadores, unas cifras que no se veían desde 2009.
Los datos que muestra IDC o Gartner, aunque tampoco hay que tomarlas al pie de la letra, confirman algo que se viene viendo desde que los móviles se empezaron a convertir en algo común, pero más acentuado si cabe con la introducción de las tablets, mucha gente simplemente quiere algo sencillo para navegar y gestionar su vida digital. Algo que desde Acer hasta Dell han estado avisando y que está preocupando mucho a estas empresas.
Tablets

Sí, de acuerdo, es muy fácil echar la culpa a un solo formato de ordenador, ya que una Tablet no es más que un ordenador ultrareducido. Pero la realidad es que no existe otro a quien culpar de la bajada de ventas aparte de este formato de ordenador y de una crisis global que ha golpeado bastante duro algunos países, aunque sinceramente, no creo que esto sea un factor tan importante como para que se refleje.
Yo culpo la segunda generación de tabletas que es la que verdaderamente se empezó a perfilar como sustitutos de los ordenadores. Empezamos a ver como por ejemplo Google se puso seria con Android para tablets con la presentación de Honeycomb, la versión 3.0 de Android que estaba pensada especialmente para este formato, y que después se unificaría con la versión para móviles en Android 4.0 (Ice Cream Sandwich). Pero también vimos el iPad 2, con una reducción tremenda de grosor comparada con la primera generación, iPad 3 con la pantalla “Retina”, de alta densidad de píxeles y que hacía que por fin leer en una pantalla de este tipo no fuese un suplicio.
Asus, Sony y Acer son marca que también presentaron sus tablets y que hoy en día siguen siendo una importante opción dentro de las tablets Android. Google con su Nexus 7 y Nexus 10, dos ejemplos más de cómo las marcas que tradicionalmente han sido de PC, también están marcando su camino con tablets.
Disminución ≠ desaparición
Que no cunda el pánico, aunque se espera que el mercado del PC aun siga bajando, esto no significa que desaparezca.
Cuando vemos artículos sobre la caída de ventas del PC o artículos como este mismo, tenemos que entender que lo que está pasando es algo así como un ajuste. Si se venden menos PC es porque nos estamos decantando a otros dispositivos. Que las tablets no se consideren un PC es en sí un error porque incluso un smartphone es un PC en miniatura.
Estamos cambiando de formato, hemos pasado de necesitar grandes ordenadores con una potencia que la gran mayoría no aprovechamos y que simplemente usábamos para abrir pestañas de un navegador, reproducir música, almacenar nuestras fotos, nuestros vídeos y hacer alguna que otra edición de los mismos; a que todo esto lo pueda hacer un aparato tan delgado como bolígrafo y que no necesita ni teclado, ni ratón, ni siquiera una gran pantalla.
Este ajuste no es malo para el mercado del PC. Puede provocar que los fabricantes verdaderamente interesados en el PC tradicional se fije más en que clase de usuarios lo está demandando, como gente a los que les gusta tener un PC para poder jugar, o para los que necesitan un PC muy potente para hacer ciertos trabajos.
Para visitar Facebook, descargar tus fotos, vídeos, navegar por internet e incluso para dejar un comentario en este artículo, un PC hoy en día —por supuesto hablando muy generalizando— parece demasiado para hacer tan poco.